La modalidad de compartir viajes, conocida como carpooling, experimentó un crecimiento del 528% en los últimos dos años en Argentina, especialmente en la temporada de verano hacia la costa atlántica. La demanda se concentra entre viernes y domingo.

El fenómeno responde al aumento de los costos de transporte: nafta y gasoil subieron casi un 40% en el último año y los pasajes interurbanos se encarecieron. Por ejemplo, un viaje compartido hacia Mar del Plata puede costar la mitad que un pasaje de micro, generando ahorros mensuales de hasta $58.900 para pasajeros frecuentes y entre $100.000 y $120.000 para conductores que realizan dos viajes mensuales.

El carpooling no solo es económico, sino también social y cultural: pasajeros y conductores viajan principalmente para visitar familiares y amigos, pero también por ocio o trabajo. La experiencia mejora cuando las reservas se hacen con al menos 12 horas de anticipación, lo que implica un cambio en los hábitos de movilidad hacia una planificación más consciente.

A nivel global, algunas medidas buscan restringir la circulación de autos con un solo ocupante en zonas de bajas emisiones, como en España, lo que genera resistencias de asociaciones que consideran la medida discriminatoria hacia solteros y familias monoparentales. Ciudades europeas como Londres, París, Roma, Berlín, Lisboa y Ámsterdam ya implementan políticas para reducir emisiones y promover la movilidad compartida.

En Argentina, el carpooling dejó de ser solo una opción ocasional y se consolida como una estrategia económica y práctica frente al aumento sostenido de los costos de transporte y combustible.

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